En Equipo, revista oficial FCyLF, entrevista a Paco Herrera, entrenador del Real Valladolid CF, completando así un ciclo de encuentros con los técnicos de los equipos castellano y leoneses en Segunda División. Puede leer la entrevista completa en la Biblioteca online de la FCyLF en esta misma página.
En Equipo se acerca en este número a la figura de Francisco Herrera Lorenzo, más conocido en el mundo del fútbol como Paco Herrera, que desde este verano dirige al Real Valladolid CF. A sus 63 años, recién cumplidos, afronta su 13º reto, tantos como equipos ha dirigido, entre ellos a otro de la Comunidad, el Numancia. Ascendió al Badajoz a Segunda; y al Celta y Las Palmas a Primera, donde ha dirigido 44 partidos.
¿Cree que para ser entrenador es mejor haber sido antes futbolista?
Creo que es importante porque te da el conocimiento de muchas cosas y seguramente las más importantes estén relacionadas con entender la forma de pensar de los jugadores. Pero también he conocido a entrenadores que no habían sido jugadores profesionales y que han manejado muy bien su trabajo, desde todas las perspectivas.
Como futbolista profesional militó en…
Como profesional jugué en cuatro equipos. Sabadell, del que me venden al Sporting; de ahí me venden al Levante; y de ahí me voy a Badajoz, donde juego ocho años.
Y llegó a jugar en Primera con el Sporting, con Quini, Abelardo, Cundi…
Nos juntamos en Gijón un grupo de jugadores importantes dentro de ese club y algunos de manera internacional, como Quini, Joaquín, Megido o Enzo Ferrero, un argentino. Guardo un gran recuerdo y un gran cariño de aquello.
Jugaba de mediocentro. ¿Defensivo, ofensivo…?
Creo que era un poco de todo. Siempre digo ahora, que ya han pasado los años, que si un entrenador me hubiese puesto de defensa central hubiera jugado toda mi vida en Primera. ¿Por qué? Porque trabajaba mucho, veía muy bien el fútbol defensivo, pero tenía una contradicción, hacía goles. Era un jugador de ir y volver, de mucho trabajo, y hacía muchos goles de juego aéreo. De hecho creo que en la historia del Badajoz soy el jugador con más goles en 8 temporadas. Y en Primera hice algunos. Siempre digo que le hice un gol a Iribar (se ríe).
Dicen que hablaba mucho en el campo y que ya le gustaba dar órdenes…
Es cierto. Me manifestaba así. Tenía la necesidad no de ser un entrenador sino de trasmitir lo que a veces quería un entrenador dentro del campo. Era una necesidad de expresarme en un terreno de juego.
Lo dejó en el Badajoz con 33 años, ¿no le quedaba ya cuerda o no quería más?
Tengo muy clara una cosa. Cuando estoy convencido de que no voy a dar el cien por cien, lo dejo. Y eso fue lo que me pasó. El Badajoz era mi club y me pedían continuar, el entrenador me lo pidió, pero yo le dije que no porque no podía dar el mismo rendimiento que daba antes. Esa sensación tenía y se lo dije al míster. No tenía la misma capacidad para llegar a rematar o trabajar como lo hacía (box to box, como dicen los ingleses, un jugador de área a área). Y tomé esa decisión de dejarlo.
Y directamente a los banquillos, con las categorías inferiores.
Sí, así es. En Badajoz era un personaje importante dentro del fútbol y el presidente me había dicho que querían contar conmigo en la secretaría técnica. Entonces pasé a ser el director deportivo del club y el entrenador de los juveniles. Al año siguiente cogió el equipo de Tercera y seguía de director deportivo. Ya al siguiente año cogió el primer equipo y tuve la suerte de subirlo a Segunda
¿Compaginó su labor de técnico con la de director deportivo? Ahora es casi inviable…
En el único sitio donde alterné esas funciones, pero no como primer entrenador, sino como segundo, fue en el Liverpool. Allí era el chef scout, una especie de director deportivo, con toda la confianza de Rafa Benítez, y era el segundo entrenador. Compartía ese trabajo con un inglés porque cuando llegué yo no dominaba el idioma y era el entrenador del equipo reserva, con las jóvenes promesas y jugadores del primer equipo que bajan a jugar porque salen de una lesión… es una Liga bonita.
Ahora en el fútbol moderno es muy complicado compaginar esas funciones. Lo valoraría mucho en los clubes pequeños a nivel económico, el encontrar a una persona con esa capacidad, porque al ocupar ese cargo de director deportivo valoras la economía del club para encontrar jugadores que necesitas para tu propio proyecto. Solamente, creo, que hay un caso en Segunda, Carlos Terrazas.
Por cierto, ¿sabe que es el segundo ayudante de Benítez en dirigir al Real Valladolid?
Sí. Estuvo Antonio Gómez. Es una coincidencia. Y ahora Mikel Antía, que fue futbolista del Real Valladolid, está como segundo de Rafa Benítez en el Newcastle.
Estuvo seis años sin dirigir como primero, siendo ayudante de Benítez en el Liverpool y director deportivo del Espanyol. ¿Reciclaje?
No me he visto nunca alejado del campo. Por eso cuando en el Badajoz se valoró la posibilidad de que fuese director deportivo no valoraban la opción de entrenar al juvenil y fui yo el que les dije que quería dirigir porque necesitaba estar en el campo. En el Liverpool tuve también esa posibilidad. En el Espanyol hubo un momento en el que no pude más. Recuerdo que el tercer año, antes de acabar el plazo de invierno hablé con el presidente, Dani Sánchez Llibre, y le dije “ha llegado mi momento”. Le dije que esperaría a enero, cuando el equipo estuviese acabado y cerrado, saldría. Porque si no me ven fuera no tendría opciones de entrenar.
Esa estancia en el Liverpool dicen que le marcó y que quiere entrenar en Inglaterra. ¿Es su sueño?
Lo he tenido y he tenido alguna opción, pero ya está olvidada. He tenido alguna opción que hubiese aceptado. He tenido dos veranos la posibilidad y le he dicho al club que me pretendía, que me habían llamado y que si salía esa opción todo lo cambiaba. Pero esa opción no llegó y ya la he olvidado.
¿Ni siquiera en el futuro?
Ni siquiera. Mi único objetivo es hacer lo más grande posible al Real Valladolid. Si sale todo bien poder seguir ayudando en ese sentido. Ahora mis metas son muy cortas.
En verano llegó a un club que ya le intentó fichar hace unos años…
Sí. Hubo una opción que no se concretó, seguramente por tiempos, pero que podía haber sido perfectamente.
Y ahora, ¿por qué sí?
Siempre he dicho que he sido un culo de mal asiento, con una necesidad de experimentar tremenda y de no conformarme con situaciones. Hay algo que no se valora, pero yo sí. He estado en equipos de Segunda que al año siguiente han conseguido el ascenso. Creo que hice un buen trabajo en la primera parte, que es algo que nadie ve. Así fue en el Numancia, cuando llegué con el equipo el último y lo salvamos. Después de hacerlo entre todos, el equipo al año siguiente logró el ascenso. Llegué al Albacete, con el equipo bastante deteriorado; hicimos una buena campaña y al año siguiente conseguir el ascenso. Me gustaría que en Valladolid si no se consiguiese este año también se lograse. Quiero decir que no me importaría no estar yo si se va a conseguir.
Y coincide con un amigo o exfutbolista o… Braulio Vázquez.
Las dos cosas. Hemos hablado mucho con el tiempo y siempre me dice que le eché del Mérida. Y es verdad que de una u otra manera fui yo el que le dije que no podía continuar. Pero con el tiempo, cuando él empezó a hacer este trabajo, recurrió un poco a mí, que estaba en el Espanyol. Le pasé información y retomamos el contacto que nunca se perdió porque su salida no fue mala sino entendida. Desde hace 2-3 años siempre ha valorado la posibilidad de que yo pudiese trabajar con él.
¿Qué se ha encontrado en Valladolid y en el club?
Destaco, no sé si como parte negativa, que seguramente los últimos tres años le han hecho mucho daño al club, porque ha sido un paso atrás detrás de otro. El último creo que, además, ha sido el más duro. Destaco una sensación de tristeza en la atmósfera y algo que está por hacerse, que hay que darle la vuelta a eso. Pero se necesitan buenos resultados y en el inicio de la competición se consiguieron a medias. Con muy buen juego perdimos partidos. Mi objetivo es cambiar esa atmósfera de tristeza y que seamos un equipo que traiga alegrías.
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