Elena, de Palencia
Colegiadas en situación especial, auxiliando desde las bandas, arbitrando en Regional o Provincial; jóvenes con proyección que apuestan fuerte por el arbitraje o madres que un día se vieron en la necesidad de dirigir el encuentro que su hijo jugaba. Así de dispares y heterogéneas son las maneras y vivencias de las árbitros castellanoleonesas. Aunque todas manifiestan un sentimiento común, el enganche que les produce arbitrar.
La asistente de Tercera División, Silvia, de Valladolid
Dicen sentirse en un colectivo, el arbitral femenino, en pañales: «Creo que está empezando a caminar y a gustar, igual que el fútbol femenino», comenta la colegiada, como le gusta que le llamen, Irene Pascual Carrasco. Esta burgalesa, que dirige encuentros de fútbol base, admite que hay que tener tranquilidad y confianza en uno mismo para arbitrar, «son cualidades necesarias para pitar, mucho más si se trata de un partido complicado».
Irene dirige un encuentro en las instalaciones de Pallafría
¿Qué es ser árbitro para ti?
Una forma de vida. Esta es la respuesta más común si se le pregunta a cualquier árbitro, árbitra, colegiado o colegiada. Pero además nuestras protagonistas añaden palabras como deporte, diversión, amigos, ingresos y, sobre todo, responsabilidad. «Ser árbitro es algo maravilloso, me aporta algo que no sabría explicar, me llena de energía, simplemente me apasiona», se emociona Sebi. «Cuando empecé era un pasatiempo, pero ahora que ya han pasado unos cuantos años de eso, puedo decir que es un modo de vida, es algo que está muy dentro de mí, que forma parte de mi persona. El arbitraje me ha dado muchos amigos y me ha ayudado a conocerme a mi misma», confiesa Silvia. Estefanía pita el final: Ser árbitro engancha.
Puedes leer el reportaje completo en el Nº 49 de la Revista EN EQUIPO
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