+SALUD +FÚTBOL (FCYLF y Grupo RECOLETAS) BUSCA COMPARTIR CON TODOS LOS AFILIADOS DE LA FEDERACIÓN DE CASTILLA Y LEÓN DE FÚTBOL CONOCIMIENTO ÚTIL ENFOCADO A DIFERENTES COLECTIVOS (ENTRENADORES, DELEGADOS, PADRES, FUTBOLISTAS, ÁRBITROS…) GRACIAS A PROFESIONALES DE DIFERENTES ÁMBITOS, PARA IMPULSAR UN FÚTBOL MÁS SEGURO Y SALUDABLE EN CASTILLA Y LEÓN.
La Comunidad Autónoma de Castilla y León presenta una gran diversidad climática que da lugar a fenómenos atmosféricos variados. Su ubicación en el interior de la Península Ibérica da lugar a inviernos gélidos y veranos muy cálidos. Durante el invierno, es común la presencia de fuertes vientos, lluvias, nieblas y heladas, así como nevadas en algunas zonas localizadas, todo ello con unas temperaturas medias que oscilan entre los -2ºC de mínima y los 7ºC de máxima. Este ambiente condiciona la vida de los habitantes de la región, y en concreto limita las actividades deportivas que se practican al aire libre. En este sentido, el desarrollo de deportes como el fútbol debe tener en cuenta algunas recomendaciones con el objetivo de preservar la integridad física de los practicantes, y en ciertos contextos, de asegurar la posibilidad de rendimiento. En este breve artículo vamos a tratar de ofrecer algunas recomendaciones sobre la práctica deportiva en época invernal, con el objetivo de que pueda ser de utilidad para todos aquellos técnicos y deportistas que desarrolla su tarea en Castilla y León.
EFECTOS FISIOLÓGICOS
Los efectos fisiológicos de la exposición a las bajas temperaturas son ampliamente conocidos desde hace décadas. Entre los más significativos podríamos indicar que el descenso de la temperatura de la piel por debajo de los 35ºC provoca una vasoconstricción local, que trae como consecuencia una disminución de la cantidad de sangre que llega a las extremidades, con el objetivo de evitar la pérdida de calor en órganos vitales. Esta situación provocará alteraciones en la respuesta cardíaca, que traerán consigo cambios en el metabolismo energético, debido a un menor aporte de oxígeno al músculo, que obligará a incrementar la utilización de los depósitos de glucógeno muscular. El mayor protagonismo de este sustrato traerá consigo un incremento en la producción de sustancias de fatiga, que podrán limitar la capacidad para repetir esfuerzos de alta intensidad. Además, las bajas temperaturas activarán los mecanismos de termorregulación, y en concreto la activación muscular refleja para incrementar la energía calorífica que permita el aumento en la temperatura corporal, lo que puede anticipar la presencia de fatiga muscular.
Por otra parte, la evidencia científica también ha coincidido que las bajas temperaturas pueden alterar la función neuromuscular, como consecuencia de una mayor dificultad en la activación de la fibra muscular por parte del sistema nervioso. Esta respuesta alterará las propiedades mecánicas del tejido muscular, reduciendo su capacidad de generar tensión, y por tanto el rendimiento en acciones de potencia como el salto, el cambio de dirección o la capacidad para realizar sprints. A parte de la respuesta neuromuscular, en ambientes muy fríos el aire contiene menos partículas de agua, por lo que al entrar por las vías respiratorias tiende a secar las mucosas nasales provocando un aumento en el riesgo de infección del sistema respiratorio y una mayor dificultad respiratoria. Esta situación puede afectar al rendimiento del jugador, debido a que podrá encontrar limitaciones en el aporte de oxígeno al músculo