En nuestro fútbol más cercano, también existen casos de pago a los profesionales del balón en especie, no precisamente en sal, pero si en otros productos, quizás el más conocido, por su cercanía en el tiempo, tiene como protagonista a Gonzalo Alonso de Paz, un hábil y querido presidente que tuvo el Real Valladolid a finales de los años setenta y principio de los ochenta.
Gonzalo Alonso, fue presidente del Pucela, en una época brillante del club del Pisuerga, fichó a grandes futbolistas, se mantuvo en la élite del fútbol, inauguró el Nuevo José Zorrilla, y sobre todo buscó dinero por debajo de las piedras para poder afrontar los compromisos del Club, especialmente con los futbolistas, pues estos cobraban puntualmente todas sus nóminas, e incluso las primas las recibían de mano del tesorero del Club al acabar los partidos, en el mismo vestuario.
Pero hubo momentos difíciles, y para ellos estaba la habilidad del presidente pucelano. Gonzalo Alonso, se dedicaba a la industria del calzado, era comerciante de zapatos, y tuvo zapaterías en Valladolid. Pues bien, en esos períodos de dificultades económicas, Gonzalo, convencía a sus futbolistas e incluso a sus proveedores para que cobrar sus deudas en zapatos, y lo conseguía, y aunque en ocasiones le ponían mala cara Gonzalo, otra vez en zapatos, tengo la colección de primavera verano al completo-, le decían, lo cierto es que siempre sus acreedores se daban por pagados. Gonzalo Alonso fue todo un personaje.
El otro caso, más antiguo en el tiempo, ocurrió en Palencia, a finales de los años cincuenta. En aquella época, el equipo de la ciudad se denominaba Atlético Palentino, y alternaba su militancia entre las categorías regionales y la tercera división.
Era una época difícil, donde se pasaba hambre, en el equipo palentino jugaban muchos futbolistas de Madrid, que tan sólo iban a Palencia a jugar los partidos, y como contraprestación cobraban sus nóminas, en sacos de pan, de la famosa Panadería Manrique. Los jugadores no protestaban, que remedio, por lo menos tenían algo que llevarse a la boca en tiempo de penurias.
Manuel J. Heredia Ortiz
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