Acabamos de dar “carpetazo” a la temporada 2019/20 de la peor forma posible, en los despachos, pero transcurridos dos meses desde que se produjo la suspensión de las competiciones y constatada la imposibilidad de recuperar la normalidad antes del final de la competición, no quedaban mejores soluciones.
A los que amamos el fútbol nos hubiera gustado terminar la temporada como hasta ahora, en los terrenos de juego, bien de tierra, césped o césped artificial; pero que nadie se fuera a casa llevándose el balón como nos ocurría de niños en los partidos del barrio, atendiendo a la llamada de la madre o enfadados por un comentario despectivo de un compañero o, por desgracia, a consecuencia del coronavirus, negándonos la posibilidad de demostrar que habíamos sido los mejores o los decimotercero mejores, que decir penúltimos queda peor.
Tras un sinfín de videoconferencias -todos nos hemos dotado de un máster en su uso-, de múltiples reuniones, de infinitos comentarios en prensa y en las definitivamente implantadas redes sociales, de multitud de comentarios de futbolistas, técnicos, árbitros, dirigentes, periodistas, aficionados, padres, madres u otros parientes, incluso de futbólogos -término de nuevo cuño desconocido por mí hasta la fecha-, en definitiva que, como todos sabemos de fútbol, de medicina y de política, y como éste era el mejor momento de ejercer de tertuliano y poner en valor nuestros amplios conocimientos y disfrutar de nuestro minuto de gloria mostrando al mundo la mejor forma de solucionar esta situación que, curiosamente, casi siempre coincidía con la que más se acercaba a beneficiar los intereses cercanos… pues hemos acabado por oír casi de todo.
Hemos escuchado de la misma boca, una propuesta para la solución de una competición y exactamente la opuesta para otra competición de iguales características; periodistas que hoy alababan una propuesta y al día siguiente la justamente contraria pero que nunca aportaban la suya; creadores de opinión a los que se les veía venir desde muy lejos; bulos interesados, propuestas modificadas sin buscar lo mejor para el fútbol sino para sumar adeptos y conseguir sus propósitos; anuncios de recursos, demandas o apelaciones a la intervención de los grupos políticos, en definitiva, todo o casi todo lo que se podía esperar, incluso críticas a que la resolución de estas situaciones no estuviera prevista en las normativas de aplicación…
El fútbol es uno de los deportes más antiguos y, sin duda, el más regulado. Los cientos de millones de personas interesados en esta actividad y la propia antigüedad te sirven para mejorar día a día en los distintos aspectos en los que pudieran existir lagunas, pero, gracias a Dios, esta circunstancia, u otra parecida, no la habíamos tenido que vivir desde que el fútbol es fútbol, ni tan siquiera nadie era capaz sólo de imaginarla.
Dicho todo lo anterior, que espero se entienda más como desahogo que como crítica a las actuaciones reseñadas, tengo que mostrar mi orgullo por representar a nuestro fútbol en nuestro territorio que, en general, ha dado muestras de comprensión primando la salud como el bien más preciado que existe y buscando la mejor solución para nuestro deporte como otro don que debemos proteger ahora más que nunca.
En el desempeño de mi responsabilidad no me he sentido solo, sino perfectamente arropado por los compañeros de Junta Directiva y demás miembros y empleados federativos, así como otros muchos componentes de nuestro fútbol, desde los más grandes hasta los más modestos, pretendiendo con mi trabajo y dedicación que el resto de personas que formamos parte de este deporte en esta querida tierra no se sintieran abandonadas en ningún instante. Creo que éste es un momento para trabajar todos unidos en defensa de lo que amamos y protegiendo, más que nunca, los valores que nos han identificado durante mucho tiempo y nos han hecho crecer.
La actitud del dirigente que pretende sacar beneficios para su club no la podemos reprochar, debiéndola entender propiciada por su enorme compromiso y amor a un deporte y a unos colores. Creo que ha sido y es digna de alabar la responsabilidad de los dirigentes para con sus clubs y sus deportistas, para con la competición, con el fútbol y con un mañana que se muestra incierto y lleno de incógnitas difíciles de resolver en estos momentos.
Incógnitas que entre todos debemos de intentar resolver, aportando lo que entendamos debemos aportar, buscando soluciones hasta donde las fuerzas nos den y un poco más, ampliando nuestro horizonte de comprensión e incluso hasta perdiendo derechos si eso nos lleva a conseguir un futuro en el que poder convivir y desarrollar de la mejor manera posible el deporte que nos gusta.
Para poderlo conseguir un mejor mañana o al menos un mañana no muy distinto al que todos hemos vivido, no nos queda otro camino que no sea el de surcar el canal remando en la misma dirección, incluso con mayor fuerza que anteriormente para doblegar las dificultades añadidas, desconocidas hasta ahora y, por tanto, con un sacrificio y compromiso mayores.
No tengo duda alguna de que una tierra que ha sido capaz de superar una guerra civil, sobrevivir a la emigración, a la despoblación, al constante envejecimiento de nuestra población, a las crisis de sectores tan importes para nosotros como el campo o el carbón, a los sucesivos trances económicos… y que ha sido también capaz de propiciar la implantación y el crecimiento de nuestro fútbol, sin olvidar que en los próximo años tanto la propia Federación como muchos de nuestros más importantes clubs serán centenarios, será también capaz de salir de ésta.
El mucho tiempo que llevamos dedicado a este deporte nos ha tenido que dotar de la experiencia y templanza necesarias para saber salir de esta situación con el mejor “parte de guerra” posible, sin olvidar a los castellano y leoneses fallecidos en esta terrible tragedia y a las familias que lo han pasado y lo siguen pasando mal.
Salud y fútbol para todos.
No se me ocurren mejores palabras para mirar al futuro.